martes, 28 de abril de 2009

Lenguaje periodístico (2)

Lenguaje del miedo


Una de las conductas más propias de nuestro ciudadano medio -incluyo periodistas promedio- es la escasa capacidad de argumentación, ya sea por ignorancia o por pecar de cuidadosos a la hora de emitir un juicio que pueda herir ciertas susceptibilidades.

Pero, a la hora de la verdad y sin ser ilusos, hay ciertas 'susceptibilidades' que la prensa -como todo mecanismo de poder- debe respetar para seguir en el juego. De otra forma, podríamos decir que son 'compromisos' que aunque no rayan en lo ilegal directamente, mantienen un lenguaje atenuado y de reserva en los informativos.

Me permito revisar algunos gestos de lenguaje que acusan de manera implícita un control superior a la razón.

lunes, 13 de abril de 2009

Groserías en el debate público

¡Dios mío que insolente!



Casi un tema tabú es la ubicuidad del garabato -grosería en estricto rigor- en el discurso público. Algunos miran por la ventana, otros se hacen los dormidos. Unos pocos tienden a justificar su uso sin embargo la gran mayoría se apresura en condenarlo amparados en argumentos al menos verosímiles. La grosería, mirada como un desliz del lenguaje, se torna esquiva, a veces proscrita, nunca reconocida. Hija natural del maridaje entre rabia, pasión y lengua, goza de un uso extremo pero de un reconocimiento nulo.

Envalentonado en parte por el reportaje publicado este domingo en el hoy por hoy menos siútico inserto del Mercurio, Arte y Letras, titulado: Los garabatos en la controversia ¿Usted no lo diga?
http://blogs.elmercurio.com/cultura/2009/04/12/los-garabatos-en-la-controvers.asp concentro mis esfuerzos en un concepto que no fue tratado con amplitud y que me tienta en lo más profundo. El debate público.

jueves, 9 de abril de 2009

Lenguaje periodístico (1)


Compendio de anomalías I Parte (espero sea la última)


Existen dos maneras de enfrentar los Medios de Comunicación de Masas. Como usuario, con toda la inocencia que esto permite y como profesional del área, con toda la complicidad casi delictiva que esta posición puede generar.

La diferencia no se articula como una división de clases, menos aún como una segmentación de mercado. La diferencia entre usuarios y 'especialistas' del área se pone de manifiesto en la capacidad de quien lee, escucha o ve un producto periodístico, para comprender de manera crítica el valor y el correcto uso del lenguaje aplicado.


Más allá de la influencia sobre la opinión -concepto que está lejos de ser desarrollado acá- existe una especie de confianza inocente del público para con los medios de no sospechar, si quiera dudar, de que el lenguaje utilizado sea el correcto.