Suele muchas veces confundirse - a veces convenientemente- el proceso de
alguna acción con el resultado de esta.
La lectura, por ejemplo, es un proceso que
puede, en el mejor de los casos, llevar a un tipo de conocimiento
cualitativamente distinto, sin embargo, no es tan necesaria y menos
suficiente en muchas circunstancias donde la búsqueda y el encuentro con el saber quedan supeditados al ejercicio crítico más que al simple placer de leer.