Dentro del oficio de enseñar surgen serias dudas, dado el
contexto en que nos encontramos de escasa revisión de los planes y objetivos
educativos, respecto de la posibilidad de cambio de paradigma en relación al
trato con el otro, con el periférico –como diría Dussel- con el invisible o en
el peor de los casos, la víctima. Este enorme grupo de personas a las cuales se
les ha atropellado sistemáticamente sus derechos –en tanto los tuvieron alguna
vez- , hoy ha sido visibilizado, en parte, por el acceso cada vez más simple
–no siempre democrático- a la información, no obstante, surgen contradicciones
peligrosas ya que los mismos medios que le dan espacio a los grupos
desplazados, son los que amplifican una posverdad
llena de odio que infunde rechazo por ignorancia.