Esto no es una declaración de principios, tampoco un sueño.
Es una reflexión forzosa antes de dar el salto.
¿Es posible traicionar los propios ideales para favorecer los propios ideales?
Una contradicción que merece cierta atención.
El caso eleccionario chileno.
Estratégicamente en un conflicto bélico es posible 'ceder' batallas, con las pérdidas asociadas en vista de ganar una guerra.
En política, casi como en la guerra, es útil ceder, con las públicas repercusiones asociadas -aquí las bajas lamentablemente son sólo estadísticas- para obtener posteriores beneficios.
Verdad y razón, igual dirección, distinto sentido.
lunes, 21 de diciembre de 2009
martes, 1 de diciembre de 2009
La razón como expresión de valor
Si utilizáramos la mitad del valor que empleamos cuando defendemos una estupidez en favor de la razón, el mundo sería un lugar maravilloso.
"El sueño de la razón produce monstruos", Goya.
Pero no lo hacemos...
Tememos a las ideas que pueden abrir diálogo porque se nos escapan. Preferimos esas verdades a medias que nos mantienen tibios en el regazo de la ignorancia.
No hay nada mejor que el patio trasero, ese recinto protegido y archi conocido donde los miedos no se hacen palpables y nuestras palabras brotan con la facilidad de un espasmo involuntario.
El miedo paraliza -frase cliché que no deja de ser razonable- sin embargo sigue siendo la actitud básica frente al advenimiento de la razón. El pensamiento se mueve en patrones complejos y provoca vértigo a los usuarios nóveles. Cada vez que intentamos adentrarnos en el pensamiento crítico la opción nos deja desnudos, desarmados, propensos al fracaso –o a la victoria también- es por eso que las mentes adormecidas prefieren dar un paso atrás y quedarse en la madriguera maloliente y perpetua del conformismo.
"El sueño de la razón produce monstruos", Goya.
Pero no lo hacemos...
Tememos a las ideas que pueden abrir diálogo porque se nos escapan. Preferimos esas verdades a medias que nos mantienen tibios en el regazo de la ignorancia.
No hay nada mejor que el patio trasero, ese recinto protegido y archi conocido donde los miedos no se hacen palpables y nuestras palabras brotan con la facilidad de un espasmo involuntario.
El miedo paraliza -frase cliché que no deja de ser razonable- sin embargo sigue siendo la actitud básica frente al advenimiento de la razón. El pensamiento se mueve en patrones complejos y provoca vértigo a los usuarios nóveles. Cada vez que intentamos adentrarnos en el pensamiento crítico la opción nos deja desnudos, desarmados, propensos al fracaso –o a la victoria también- es por eso que las mentes adormecidas prefieren dar un paso atrás y quedarse en la madriguera maloliente y perpetua del conformismo.
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