Si utilizáramos la mitad del valor que empleamos cuando defendemos una estupidez en favor de la razón, el mundo sería un lugar maravilloso.
"El sueño de la razón produce monstruos", Goya.
Pero no lo hacemos...
Tememos a las ideas que pueden abrir diálogo porque se nos escapan. Preferimos esas verdades a medias que nos mantienen tibios en el regazo de la ignorancia.
No hay nada mejor que el patio trasero, ese recinto protegido y archi conocido donde los miedos no se hacen palpables y nuestras palabras brotan con la facilidad de un espasmo involuntario.
El miedo paraliza -frase cliché que no deja de ser razonable- sin embargo sigue siendo la actitud básica frente al advenimiento de la razón. El pensamiento se mueve en patrones complejos y provoca vértigo a los usuarios nóveles. Cada vez que intentamos adentrarnos en el pensamiento crítico la opción nos deja desnudos, desarmados, propensos al fracaso –o a la victoria también- es por eso que las mentes adormecidas prefieren dar un paso atrás y quedarse en la madriguera maloliente y perpetua del conformismo.
Pienso luego estoy en problemas…
Aquí es donde el pensamiento crítico se hace significativamente complejo, no sólo por la corrección que promueve en el ámbito argumental, sino también por el coraje que significa su empleo en la interacción social.
La apología a toda forma de discusión básica y al lenguaje mínimo expresada en ciertos soportes virtuales de comunicación, han hecho del pensamiento crítico una situación poco favorable en tanto necesidad de placer instantáneo.
La distancia que opera entre la razón y los puntos de vista se salva omitiendo la primera y conservando sólo la segunda. Nuestra sociedad se llena de opiniones pero de ningún argumento. El desarrollo de las comunicaciones prefiere la expansión antes que la profundidad y eso condiciona las interacciones más informales y humanas que podamos cotejar. El sueño de la razón –como diría Goya- produce monstruos, pero tales engendros no son hermosos trazos de musas creativas, sino por el contrario, monstruos, temibles e irreflexivos.
Un mundo de información
Pero no todo es queja. El proceso generalizador que se les atribuye a las nuevas tecnologías han democratizado el acceso a la información y por tanto, para quienes demuestran cierta dedicación a la razón crítica, un mundo se abre ante sus ojos.
Hoy es más fácil entrar y salir de las mejores librerías de Europa y el mundo que hace 10 años atrás. La información ya no está depositada en personajes que ostentan el rol del saber –algunos no se han dado cuenta de aquello y viven como amos absolutos de un conocimiento que es cada vez menos luminoso- por esta razón cada cual se forma sus propias ideas sin mediatizarlas con ciertos filtros censores. La razón encuentra ‘materia prima’ por doquier.
Es de esta forma que el pensamiento puede contrarrestar el influjo abúlico y vacío de la sin razón y salir victorioso o al menos ‘vivo’ de tales enfrentamientos.
Ante una verdad fija y no muy versátil, la estupidez se hace infinita, graciosa y popular. Sólo le queda a la razón defenderse desde la praxis y desde la posibilidad de consenso y diálogo fructífero para cada uno de quienes pasamos por este mundo haciendo preguntas que otros no se atreven.
Bien, ante tú opinión yo puedo sólo agregar que prefiero quedar de tonta que de ignorante.
ResponderBorrarEs por eso que, cuando yo defiendo algo es con argumentos (y siempre trato de que sean más de suficientes) pero las boberías las dejo pasar.
Saludos mi estimado