Verdad y razón, igual dirección, distinto sentido.
viernes, 11 de mayo de 2012
POLÍTICAMENTE INCORRECTO: Madres, magia y bonanza de mercado.
El día internacional de la madre, 10 de mayo, corresponde a la conmemoración algo gratuita –por la designación de la fecha- a la memoria de una sola madre, una madre cualquiera. Al parecer las mejores leyendas tienen como punto de origen algo sustancialmente incierto. Pero vamos con la historia.
Anna Jarvis quien era muy joven cuando perdió a su madre en 1905, escribe una carta, para superar el profundo dolor, a las personas más influyentes del mundo político de Estados Unidos y otras autoridades pidiendo que en el aniversario de la muerte de su mamá se instaurara la celebración del día de las madres. La respuesta fue positiva –una extraña muestra de humanidad- y el segundo domingo de mayo fue tomado entonces como la fecha para esa fiesta. La práctica se hizo ley cuando en 1914, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la fecha como el día de las madres y se declaró fiesta nacional.
Más de 40 países alrededor del mundo apoyaron esta idea –si viene del norte es Ley- y Anna Jarvis logró consolidar su deseo más allá de las fronteras, algunos países, por motivos tan azarosos como inexplicables, cambiaron la fecha y decidieron ponerla el 10 de Mayo. Pero siempre con el mismo objetivo, rendir los merecidos honores a las madres.
La misericordia es infinita y a veces transforma un gesto vacío en una verdad sacrosanta.
En las siguientes líneas trataré de argumentar a propósito de lo inútil e inconsistente de esta celebración.
Si puede ser lo suficientemente crítico y controla bien sus emociones, lea lo que sigue. Si cree que el Ratón Pérez se lleva los dientes de los niños prenda la televisión.
Madre hay una sola: ¡Obvio, es biología de primer año!
Desde pequeños se nos ha tratado de inculcar un amor forzosamente incondicional para con nuestras madres, pero, ¿Es necesaria tanta alharaca?
Cada ser humano sobre la faz de la tierra es digno de respeto. Si se abren los fuegos y se rasgan vestiduras por terminar con los ciudadanos de primera y segunda clase ¿Cuál es el fin real de celebrar otro día de discriminación positiva?
La vieja historia de la mamá que levantó un vehículo pesado para rescatar a su hijo dotada de una fuerza descomunal, así como aquella otra de la mujer que siente el momento exacto cuando a su hijo lo están golpeando en el colegio me hacen preguntar con total inocencia y no menos precisión ¿Es mágico ser madre? ¿Dónde radican sus súper poderes?
Veamos.
El amor es la emoción basal que mueve a cada uno de los seres humanos en sociedad. Si hay amor hay acuerdos, hay lealtad, respeto, aceptación, reconocimiento y un largo etcétera de bienaventuranzas. Pero, en ausencia de éste la vida se hace compleja, los valores se anulan o al menos se dejan de proteger. La vida comienza a ser un juego de sobrevivencia.
¿Por qué amar a nuestras madres solo por el hecho de que son madres?
Yo puedo amar a una mujer por múltiples razones, unas más libidinosas que otras, sin embargo amar a una mujer por haber parido no es necesariamente suficiente justificación. Recordemos que ella lo decidió junto a otro personaje al cual se le asigna un rol menos importante que el José bíblico y en ese caso ambos están en igualdad de condiciones para ser amados. Entendamos bien que el proceso de gestación de un huevo fecundado por un espermatozoide (¡sí, nada de abejitas y flores!) es natural en la mujer y por ende propio de su biología. No es magia y menos un milagro ya que para esto tendríamos que abstenernos del espermatozoide y en estricto rigor eso no lleva a nada más glorioso que unas manchas de sangre en el calzón el día 28. Es la simple mecánica de nuestros cuerpos.
Parir y amar son situaciones ajenas entre sí. Claro que uno se encariña con sus cosas y eventualmente hay una sensación de propiedad sobre todo lo que sale de nuestro cuerpo. Guardamos cabellos, los puntos que cayeron luego de una operación, ombligos y otros excedentes corporales con el mismo entusiasmo. Pero eso no es amor, es más bien costumbre y sentido de propiedad. ¡Mis hijos son míos! ¡Yo veré lo que hago con ellos! Se oye decir.
El amor es una emoción que va ligada a la capacidad de considerar al otro como un ente legítimo, en igualdad de condiciones, con los mismos derechos, con la misma voluntad de vivir. Bajo este precepto, podemos amar a una o muchas personas, de manera intensa o relativa, pero jamás queda supeditado a la relación biológica que pueda existir entre los que se aceptan en armonía. Por el contrario, amar algo que no me pertenece, que no es parte mía, requiere de la voluntad, el deseo y la pasión que no se da por el simple proceso biológico. Un padre adoptivo, una madrastra o un padrastro que asume amar a hijos ‘ajenos’ están más cerca de entregar el verdadero amor que quien ama porque algo es suyo.
¡Un día especial, distinto, lleno de sorpresas, regalos y más…REGALOS!
Otra sospecha obligada es la relación odiosa entre conmemoraciones y mercado. ¿El huevo o la gallina? ¿La celebración antecede a la idea de potenciar el mercado? ¿Es el mercado el que genera la necesidad imperiosa y vacía de comprar para ser feliz?
La avalancha de publicidad que comienza a desarrollarse en los medios a fines de abril es sospechosamente odiosa. Miles, millones de personas, hijos del status quo sin capacidad crítica y menos reflexiva, se desesperan por encontrar el ‘regalo soñado’. La angustia se apodera de quienes no pueden comprar algo para su ‘santa madre’. En algunos colegios la efeméride es acompañada con una abulia terrible –por su evidente inconsistencia- por distintos tipos de artefactos, donde la fotografía sonriente y el slogan ‘Feliz día Mamá’ son los más apetecidos para poder cumplir con ‘entregarle’ algo a la mamá, ya un portalápices hecho con el cono de el papel higiénico pierde espacio ante el producto de mercado, inculcando en los niños desde la más tierna infancia la necesidad imperiosa y jamás argumentada de ‘dar algo’ para demostrar cariño. En el entendido que ese cariño es meritorio per se.
Tan juiciosos somos a la hora de denostar los afanes navideños y tan tolerantes a la hora de considerar valioso el mercado de ‘las madres’. ¡Vaya inconsistencia! Según los entendidos en comercio el día de la madre es, desde el punto de vista de las ventas, uno de los días más onerosos para el empresariado, solo comparable con el natalicio de un niño en palestina y lejos mejor que el día de los enamorados. ¿Es normal eso? Si existe amor verdadero ¿debo esperar a que el comercio me diga qué hacer y cuándo? Aquí la posición en el calendario se hace todavía más odiosa. Del 10 de Mayo se desplaza mágicamente al domingo más cercano, tiempo necesario para que las grandes tiendas puedan abastecerse y posicionar escaparates y góndolas recordando la imperiosa necesidad de comprar algo para poder bajar el nivel de ansiedad de la posibilidad inminente de ser un ‘mal hijo’. Rara vez fallan. Además el domingo es el día con más presencia de los compradores en los Mall y multitiendas. Negocio redondo.
Súmenle a esto la publicidad implícita en las notas de televisión acerca de madres abnegadas que dan todo por sus hijos –que es como debe ser, incluso si los hijos fueron errores de cálculo- y tienen como resultado la emocionalidad a flor de piel, la misericordia y la culpa taladrando las conciencias de quienes osen dudar de la legitimidad del mentado día.
La magia está en creer: ¡Mamás súper poderosas!
“Una madre todo lo puede” “Tú no sabes lo que es ser madre” “No tienes idea lo que es tener un hijo nueve meses en el vientre” “Cuando seas mamá lo vas a entender” “tú no lo pariste”
Estas sentencias y un largo etcétera de auto evidencias infundadas son lo más pernicioso del gesto.
Para entregarse por entero al otro no es necesaria la filiación biológica como ya argumenté y menos aún la rotulación social, el rol de madre. Cuando el amor es verdadero no se detiene ante el registro civil y menos ante el antecedente genético. “Love will find the way” Decía John Lennon. El amor aparece cuando hay voluntad de amar, ese es todo el requisito.
¿Qué es ser madre entonces? Si no es parir, tampoco un certificado, menos una condición pre establecida. Aquí los rótulos de madre biológica y madre por opción se hacen relevantes. La biología manda en casos de reconocimiento legal y nada más. La opción de serlo se formaliza desde la razón y desde el amor sin amarras, desde la posición libre de decidir a quién amar.
Caso aparte y sobre el cual me detengo con profunda convicción es el contenido mágico que se asocia a las nodrizas. Como si una mano invisible las dotara de súper poderes imposibles para el resto de los mortales. Sentir el dolor a distancia, cargar el doble de su fuerza, calmar el dolor y lo mejor de todo, saber lo que sus hijos piensan.
Pero vamos por partes. Las relaciones intensas logran un eventual nivel de percepción de situaciones alejadas en el tiempo y el espacio que muchas veces son difíciles de explicar, pero no es más que la costumbre y el conocimiento acabado del otro. Es fácil luego de vivir años con alguien 'percibir’ qué estaría haciendo ese alguien ante una eventual situación, si el niño se fue enojado y siempre que se enoja se mete en problemas, el resultado es obvio. Las posibilidades de que un niño se caiga en el colegio o le ‘pase algo’ son de un millón en una.
La fuerza descomunal no es más que un proceso físico causado por una alta dosis de adrenalina y su consecuente insensibilidad al dolor y sensación de euforia. Pero, eso le pasa a cualquiera en una situación de estrés y puntualmente, cuando se vive con niños es posible estar expuesto a un importante número de hechos similares. Lamentablemente para los románticos y los poetas, no es privativo de las madres.
Al arrullo y la calma que deviene de la imposición de manos es una mezcla de empatía y vibraciones cómodas para nuestro aparato auditivo. Cuando la madre le canta al niño o simplemente lo abraza le ofrece un producto inmejorable. Primero, una secuencia auditiva de ondas periódicas generan un sonido ‘agradable’ para quién escucha y ofrece sensación de calma y alivio. Es por eso que las disonancias nos ponen incómodos. Los arrullos en acordes naturales y armonías simples acondicionan al niño a la calma y el bienestar. Simple efecto sonoro.
El abrazo, cerca del pecho ofrece más estímulos sonoros desde el corazón. El latir que ha condicionado al vástago desde que estaba en proceso de gestación lo impulsa sicológicamente a su etapa primigenia de bienestar absoluto. Por tal razón las bestias se calman con música ¿O no King Kong?
Las manos que se posan sobre una herida o un golpe son siempre efectivas en conjunción con el plano armónico pero a esto se suma el calor, gran componente curativo y vaso dilatador, y además la palpación que también estimula en la dermis la irrigación sanguínea y, no menos importante, desvía la atención del dolor en base a lo agradable de una caricia. Si a todo esto le sumamos que quién hace el procedimiento es alguien conocido, la empatía amplifica el éxito de la operación.
A modo de reflexión
Espero no se mal interprete lo que acabo de exponer, es más, este texto busca potenciar las relaciones entre madres e hijos, pero no esas basadas en la tradición, en la costumbre, en lo que dice la sociedad, en lo que necesita el mercado, en cuentos y supercherías. Las verdaderas madres son las que aman de verdad y no por biología o mandato. Las verdaderas madres son la imagen femenina del hogar, la sangre y otros rótulos legales son simples pretextos e imposiciones.
A esas madres claro que hay que celebrarlas, pero no cuando el sistema lo propone, sino todos y cada uno de los días de la vida. Si esa madre, verdadera, por opción y no por biología, descuido o mala planificación existe, no será un deber amarla, menos una imposición social, será una necesidad, un placer. Y aquellas que no teniendo obligación hereditaria ni legal con los retoños de otro merecen todavía más consideración y respeto.
Mis respetos para todas ellas. La voluntad de amar es superior a todo.
M.R.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Estoy plenamente de acuerdo. La sacralización de la madre biológica sólo ha generado una de las manifestaciones más patéticas de la condición humana a saber, la culpa. El cliché “me dio la vida” no sólo te ata a una relación enfermiza, en la que la madre puede tornarse la peor acreedora de emociones, sino además, te impide comprender que hacerse adulto pasa necesariamente por un proceso de total diferenciación de tus progenitores. Es justamente en ese proceso cuando decides -libremente- amar e incluso odiar a quienes te “arrojaron a la existencia.”
ResponderBorrarSi ganarse el título de “mamá” sólo depende de algunos meses de sobrepeso, varias horas de pujante esfuerzo y unos cuantos litros de leche, entonces ser madre es sinónimo de mamífero. En este punto, hay animales que han demostrado bastante más profundidad al abordar dicha misión que ciertas “Medeas,” para quienes parir es una garantía bancaria, un anzuelo para pescar másculo, una justificación para la supremacía del sistema hormonal por sobre el neuronal, una forma de vegetar sin existir, etc. Extrañamente, estas últimas son quienes más gozan el 10 de mayo, pues es una efeméride que las transforma en heroínas de novelas rosa, tanto o más sensibleras que las tarjetas que reciben. Ante este escenario, prefiero que se me recuerde como la madrastra que regaló La Náusea de Sartre a sus hijastros, más que como la madre que manipuló toda una vida a sus hijos por haber sufrido náuseas matutinas. Espero que se entienda la metáfora.
Quien escribe no bebió una sola gota de leche materna, pero agradecerá eternamente el primer libro que recibió de su madre. Era un ejemplar de “Las olas” con una dedicatoria que, hasta hoy, considero el consejo más sabio que se le puede dar a una hija:
"No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente." (Virginia Woolf).
Pudo ser una segunda parte de esta entrada, mejor aún, podrías ponerlo en tu blog.
ResponderBorrar"este texto busca potenciar las relaciones entre madres e hijos", jajajajajajajajajajajajajajajaja.
ResponderBorrarNo es necesario, el mercado hace una muy buena labor al respecto (pero entiendo la ironía)
BorrarY pasan los años y se reafirma cada vez más esta convicción.
ResponderBorrarTu lo has dicho "Políticamente incorrecto" pero no fuera de lo real, es más, estas consideraciones contribuyen inconscientemente mantener machismos ya instalados, igual, siempre estos días de festejo pueden haber buenos vinos en la mesa y disfrutar a lado de la familia que se junta (cosa cada vez menos común), no hay mal que por bien no venga!
ResponderBorrarDe acuerdo. Siempre es bueno celebrar a la gente que amamos pero no cuando el mercado lo obliga.
Borrar